*Cristina Fernández Cubas, Premio Nacional de Narrativa 2016
per / por "La habitación de Nona" (Tusquets, 2015).
Els microrelats guanyadors de la convocatòria del mes de novembre de la VI edició del Microconcurs són:
Los microrrelatos ganadores de la convocatoria del mes de noviembre de la VI edición del Microconcurso son:
CATEGORIA EN CATALÀ:
*O, de jOan brOssa.
O!
Quan vaig passar pel parc, de camí a casa, la vaig veure a terra. Em vaig quedar allà dempeus mirant-la sense entendre. Quants dies feia que se m'havia extraviat? Estava en un angle estrany, una mica més enllà de la meva ruta habitual. Segurament algun animal s'havia entretingut amb ella i l'havia allunyat de la vista del nens que hi juguen diàriament. Alleujat per haver-la recuperat sana i estàlvia em vaig veure en un atzucac inesperat: de quina manera l'havia de restituir dins del meu lèxic? Per una altra banda, estava meravellat d'haver esquivat la necessitat d'emprar-la i que la gent seguís entenent el que els hi deia. Vaig reprendre la marxa jugant amb ella a la mà i, ves a saber per què, se'm va esmunyir i va caure per la claveguera. vaig riure de la meva malastrugança i vaig fer via cap a casa perquè se m'estava fent tard. Ara la meva muller està encantada amb mi perquè quan em demana el que sigui sempre li dic sí.
Ivan Bonache Cuadrado
Santpedor (Barcelona)
CATEGORIA EN CASTELLANO:
El sótano
Abro la puerta. Desciendo un tramo de escaleras de madera. Le llevo comida al hombre del sótano, a quien encuentro sentado en un rincón, fuera del alcance de la única bombilla.
¿Cuándo me soltarás?, pregunta desde la sombra. No le veo el rostro. me limito a responder una palabra. Pronto. Luego dejo el plato a sus pies, doy media vuelta, y subo de nuevo.
Como cada día.
Bajar escaleras. Dejar el plato. Responder a su pregunta.
Día tras día.
Esa es mi rutina. Ese es todo el contacto que tengo con él. Ni siquiera sé cuál es su nombre, o como ha terminado en el sótano. Solo sé que mañana volveré a bajar el tramo de escaleras, dejaré un plato de comida a sus pies y responderé la misma palabra.
Porque no puedo contarle la verdad. Mientras todo siga así, él conservará la esperanza. Por eso no puedo decírselo: no puedo decirle que, en lo alto de las escaleras, solo hay otro sótano.
El sótano en el que estoy yo encerrado.
Abro la puerta. Desciendo un tramo de escaleras de madera. Le llevo comida al hombre del sótano, a quien encuentro sentado en un rincón, fuera del alcance de la única bombilla.
¿Cuándo me soltarás?, pregunta desde la sombra. No le veo el rostro. me limito a responder una palabra. Pronto. Luego dejo el plato a sus pies, doy media vuelta, y subo de nuevo.
Como cada día.
Bajar escaleras. Dejar el plato. Responder a su pregunta.
Día tras día.
Esa es mi rutina. Ese es todo el contacto que tengo con él. Ni siquiera sé cuál es su nombre, o como ha terminado en el sótano. Solo sé que mañana volveré a bajar el tramo de escaleras, dejaré un plato de comida a sus pies y responderé la misma palabra.
Porque no puedo contarle la verdad. Mientras todo siga así, él conservará la esperanza. Por eso no puedo decírselo: no puedo decirle que, en lo alto de las escaleras, solo hay otro sótano.
El sótano en el que estoy yo encerrado.
Luis Guallar Luján
Badalona (Barcelona)
