dissabte, 17 de desembre del 2016

MICRORELATS DE NOVEMBRE / MICRORRELATOS DE NOVIEMBRE (1)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de novembre.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de noviembre.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.








Lluvia de fuego

Tras años de calma, otra vez. Apresurarse los hombres y mujeres de mediana edad. Llenar bolsas con comida, ropa, mantas, libros de oraciones y fotografías de los abuelos. Dejar todo lo demás. Tapiar las ventanas, atrancar las puertas por fuera. Cargar los bebés en brazos, los niños sobre las espaldas, situar a los jóvenes en cabeza. Huir hacia las montañas. Esperar siete días y siete noches, como siempre. Después, volver. Buscar entre los escombros de cada casa. Encontrarlos por algo que no ardió: botones, hebillas, la montura de las gafas, el puño del bastón, la dentadura. Recoger sus cenizas. Reconstruir el pueblo entero. La iglesia, más grande, más alta. Rezar a ese Dios iracundo. Ofrendar las cenizas. Reprimir la tentación de la duda.

Asun Gárate Iguarán
Bilbao







Zapatos

Eran sus primeros zapatos, y eso no se olvida. Unos bonitos y lustrados zapatos italianos de cuero negro, con cordones. Sintió un vahído, se le revolvió el estómago y fue a la cuneta a vomitar. Apenas tenía veinte años, era muy joven. El compañero, más experto, lo animaba: «al menos no es una muñeca.» Los zapatos seguían en el escaparate de un asfalto mojado por una débil lluvia que apenas podía limpiar los rastros de sangre. Echaron una lona plateada sobre el cadáver.

Maximiliano Jarque Blanco
Valencia








Compañía

A veces se queda mirando al vacío. Se ríe de repente o pregunta: “¿Tú crees?”. En esas ocasiones, aunque después venga a mi y me salude, aunque trate de aparentar que no pasa nada, siempre me atenaza la sospecha, como un rosario de cadenas en mis pies, de que, quizá, yo no soy el único fantasma de esta casa.

Raúl Clavero Blázquez
Madrid







Plañideras

No queda ni rastro de la fiesta de compromiso en la vieja mansión de los Montenegro. Solo se oye el ruido del polvo que se posa sobre los muebles desnudos y el roce de las pesadas cortinas de terciopelo que impiden el paso de la luz en la habitación de juegos. Ha transcurrido una semana desde que la señorita Clara se cortara las venas. Todavía se aprecian las marcas de sus muñecas, aunque, de tanto llorar, sus pequeños cuerpos de plástico están empezando a pudrirse.

Margarita del Brezo Gómez Cubillo
Ceuta








Reveses

La estatua viviente que más éxito tenía, era la del sombrero sobre un cajón de madera aglomerada. Su dueño, tirado en el suelo en decúbito supino, mostraba la boca abierta para recibir propinas. Los niños se agolpaban para arrojarle céntimos al fondo de su garganta, sin reparar en la falta de aire en los pulmones y en el color azul de sus mejillas. El sombrero, con un agujero de bala en la sien, se moría por escapar volando.

Montaña Campón Pérez
Cáceres







Me gusta hacer las cosas al revés.

Romper las reglas

Julián Vinacour
Mendoza (Argentina)